En los atardeceres me reúno con los que huyen del bullicio estéril
Y los inquietos que dudan, me alimentan de esperanza
Llevo en mi corazón la semilla que me une al infinito
y alumbra nuevos amaneceres en mi oriente
y cuando la noche me acoge en su seno y percibo la voz del silencio
llueve en mis ojos y es que están llenos de penas
de aquellos que no recibieron compasión
Septiembre otorgó el azul a la mar
y ella hizo de mi una gaviota, que también es mar.
Nere Ekialdean. Benito Lertxundi
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